“Nada“ es imposible

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Hace unos días, estaba viendo Doctor Who y capítulos viejos de The Twilight Zone. Más tarde, aún con la ciencia ficción en la mente, me puse a leer sobre el espacio, el tiempo y la materia. Para cuando fue hora de ir a la cama, mi mente estaba sobrecargada con posibilidades. Desde que vivo sola, tengo que hablar conmigo misma de vez en cuando para llegar a una decisión o conclusión. Generalmente soy una persona razonable, o me gusta pensar que lo soy. Al menos conmigo misma. Pero no esa noche.

Como de costumbre, el cambio de temperatura durante el día estaba haciendo crujir mis muebles, ¿o acaso era algo más? La verdad es que no podía probarlo. Como la adulta razonable que soy, me levanté de un salto y prendí la luz, mirando a mí alrededor para asegurarme de que no se tratara de algo indetectable ante la luz e imperceptible para mi visión a penas humana. Me reí de mi misma, prendí la tele para calmarme los nervios y me recosté sobre mi espalda, tratando de recordar la última vez que había tenido ese tipo de miedo.

Cuando era niña, no podía dormir porque no podía comprender ciertas cosas como de dónde venían los bebés. La historia de las abejitas y las florecitas no era suficiente para mí. ¿Por qué los humanos podían hacer más humanos? No tenía sentido. Sin embargo, los ruidos en la noche, el color azul del cielo y por qué la tele se apagaba sin tener qué tocarla directamente, eran preguntas para las cuáles conseguí respuesta. ¿Por qué estaba cuestionándome ahora si los crujidos de los muebles de verdad eran contracciones debidos a la temperatura? ¿Quién me dio la autoridad de negarle la posibilidad a un ser fantástico de otra dimensión? ¿La cordura? Bullshit.

Si continuamos creyendo todo lo que leemos y escuchamos sin ser capaces de cuestionarlo y analizarlo por nuestra cuenta, no habrá ninguna diferencia entre lo real y lo ficticio.

Estamos tan acostumbrados a creer todo lo que nos dicen, que perdemos nuestro propio criterio. Nos creemos que Pancho Villa era un absoluto héroe, mientras que Porfirio Díaz era un completo villano. Incluso ahora, habiendo leído otras versiones sobre la historia de México y sabiendo que todos los héroes nacionales eran en más bien villanos o antihéroes, el nombre “Porfirio” sigue provocándome el miedo subconsciente que sugerían los libros de la SEP y la manera en que alguna maestra impartía la clase de manera arbitraria cuando se refería a la historia porque así se lo exigía el gobierno en turno. Sé que es así porque hice una carrera en educación primaria y no me quedé ahí debido a ello.

Si continuamos creyendo todo lo que leemos y escuchamos sin ser capaces de cuestionarlo y analizarlo por nuestra cuenta, no habrá ninguna diferencia entre lo real y lo ficticio. Como las creencias populares de que los humanos tan sólo utilizamos el 17% de nuestra capacidad cerebral o que Einstein era malo en matemáticas. Si lo piensan, es ridículo. Estas y otras afirmaciones son tan ciertas como la historia de la chica que bailó con el diablo. De hecho, es menos cierto, pues los estudios pueden fácilmente desmentirlo. Pero nadie puede desmentir a todas las abuelitas mexicanas juntas. Los reto a que lo intenten, científicos.

Al final de día, me alegra estar entrando a mi vida adulta sin haber perdido la capacidad de dudar que los ruidos en la noche se tratan de algo inexplicable. Porque las mejores cosas de la vida son aquellas que no se pueden explicar. La vida misma, por ejemplo.

Impreso en: La Cronica de Hoy

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