Vivir sola antes de los 20

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Cuando tienes que dejar la casa de tus papás a una edad relativamente temprana para poder continuar con tus estudios y darte la oportunidad de forjar tus sueños y perseguirlos, la escuela más grande es la de tener que sobrevivir por ti mismo.
Y no son sólo las primeras dos semanas en las que las lágrimas nocturnas son más comunes que las películas de Terminator en el canal 5. Es olvidarte de que tu mamá haga las cosas por ti y terminar un miércoles en la madrugada enfrentándote con una cucaracha tan grande que no sabes si matarla o adoptarla. La ropa sucia no está realmente sucia hasta la tercera o cuarta puesta y cuando finalmente tienes qué lavarla te das cuenta de que tu ropa blanca ahora es más bien rosita.

Pero lo importante de vivir solo es que te das cuenta de lo que es la soledad realmente. Te sientes Tom Hanks en Náufrago y empiezas a hablarle a las cosas. La realidad es que la experiencia te enseña a conocer al Wilson que vive dentro de ti: tú mismo.

Vas a entender quién eres en verdad. Te vas a sorprender siendo mucho menos ordenado de lo que creías y vas a descubrir que tienes talentos culinarios ocultos que jamás te hubieras imaginado. Vas a adoptar nuevos miedos y a olvidar otros cuantos. Te vas a aceptar como persona y vas a volver de Nunca Jamás para descubrir que acá también hay magia.

Después de un tiempo de no tener a tus papás para sobarte la pancita y hacerte té de manzanilla para curarte todos los males, te vuelves paranoico. Pero luego de un tiempo entiendes que ese extraño dolor de cabeza probablemente se deba a que estás en exámenes finales y no es un síntoma del cáncer cerebral que te sugiere Wikipedia. Aprendes que los sonidos nocturnos son reacciones a la temperatura sobre tus objetos, como también aprendes que de todas formas nunca dejarás de sospechar que posiblemente se trate de un fantasma.

Pero aunque ahora tienes que pagar la renta, la luz, el agua, el gas y las consecuencias, sabrás que estar todo el día en ropa interior, escuchar tu música favorita al volumen que te plazca, invitar a quién quieras cuándo quieras y sobre todo darte cuenta de que ser tú es mucho mejor de lo que pensabas hace diez años, vale cada dogo del Oxxo que te tienes que comer para sobrevivir al final de la quincena.

Publicado en: Omnia Noticias

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