Yo opino que estás en un error

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blog de estilo

Dos viejas amigas de la secundaria se encontraron por casualidad en un supermercado, después de doce años de no saber nada la una de la otra. Una de ellas llevaba cargando una carriola dentro de la cual había un precioso bebé de unos 10 meses de edad, dormido. La otra llevaba un piercing en el lado derecho de su labio, un color de cabello distinto al que cubría su cabeza a los 14 años y un bajo eléctrico dentro de su estuche, colgando del hombro. Se miraron por unos segundos, luego su cara se contrajo en ese incómodo gesto inevitable que se forma cuando sabes que ya es demasiado tarde para fingir que no se vieron. “Hola”, dijeron ambas al unísono en un tono mucho más agudo de lo que normalmente suena su voz.

Después de unos cuántos “¿Cómo has estado?” y “Hace mucho que no te veía”, ambas se pusieron al tanto. Una de ellas, la que cargaba con un bebé, se había casado dos años atrás, vivía en una casa con su novio de la preparatoria, que ahora era su esposo. Había dejado la universidad para atender a su familia y estaba planeando abrir una tienda de cosméticos. Por su parte, la chica que cargaba con el bajo acababa de salir de una audición para una banda de rock alternativo bastante prometedora. Estaba estudiando en otra ciudad, pero truncó su carrera para aprovechar la oportunidad. Se abrazaron y se desearon éxito antes de despedirse sonriendo, dar la vuelta y seguir con su camino. “Pobre chica, está desperdiciando su vida”, pensaron ambas al salir del edificio. 

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