Final de temporada

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Foto por Ángel Cervantes

A veces me gusta imaginar que mi vida es una serie de televisión que se separa por temporadas, con personajes constantes, otros cuantos temporales y otros que hacen una aparición y luego desaparecen para siempre. Incluso me gusta pensar en el soundtrack de cada temporada. La parte difícil es cuando dicho soundtrack se pone lento y acústico indicando que el final de una temporada se acerca.

Muchas personas tenemos tendencia a temerle al cambio, especialmente cuando estamos en general cómodos con nuestra vida tal y como está. La mayoría de las personas evita los cambios cuando cree que se encuentra en una situación estable, pero como dice la frase “el que no arriesga, no gana”. Quizá es funcional para algunas personas cuyas prioridades incluyen la estabilidad y tranquilidad de una vida convencional, que podría sonar atractivo desde cierta perspectiva, pero es cuando me grita Willie Nelson a la carretera y me hace sentir cosquillas en el estómago y ganas de ver todo el mundo que sé que prefiero pagar el precio del cambio, que quedarme sentada a suplicar por que no pase nada. Lo cierto es que olvidamos que el cambio a veces -de hecho la mayoría de las veces- es bueno.

Prefiero simplemente nunca decir adiós en caso de que sea un hasta luego. Y no decir hasta luego, en caso de que sea un adiós.

Como humanos, tenemos la capacidad de aprender para mejorar y mejorar para crecer. Y las posibilidades son infinitas para todo lo que podemos lograr una vez que lo aceptamos. Aun así, cambios implican finales y los finales despedidas. Soy mala con las despedidas. Soy de esas personas que de repente dejan de contestarte los mensajes sin dar ninguna explicación. Es irresponsable, pero no a propósito, la verdad es que, como a Doctor Who, no me gustan los finales. Pero como no tengo una máquina que viaja en el tiempo y el espacio para escapar, prefiero simplemente nunca decir adiós en caso de que sea un hasta luego. Y no decir hasta luego, en caso de que sea un adiós.

Por eso los finales de temporada son épicos y cambiantes, aunque tristes y a veces fríos, pero totalmente emocionantes y aterradores. En algún punto debemos aprender a aceptarlos y a entender que ya sea un cambio pequeño o uno que defina hacia dónde se dirige nuestra serie entera, está en nosotros recordar que cada final implica un comienzo. Y no hay nada más vital que un nuevo primer capítulo.

Impreso en: La Crónica de Hoy
Fotos por: Ángel Cervantes

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