Can you say Random?

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“Soy un perdedor. I’m a loser, baby. So, what don’t you kill me?”

De repente llega la inspiración y se expande como el cáncer o los testigos de Jehová un domingo en la mañana. Es como entrar en el país de las maravillas, pero sin drogas. Me asusta la idea de quedarme sin ella un día, porque estando lejos aún de los cuarentas ya estoy empezando a considerar a los gatos como única compañía. God bless Youtube. (No estoy en drogas, mamá.)

Si juntamos mis traumas de la infancia, desórdenes alimenticios y bipolaridad, me parece que tengo que aferrarme fuerte a esos golpes de inspiración, que o bien me levantan, o me inspiran a comprarme una canasta de flores y cantar “Wouldn't It Be Loverly” por la calle mientras empieza a llover.

Me levanté hoy en la mañana con canciones mexicanas pegadas al cráneo. Me reí. La verdad no tengo ni idea de por qué pasó, pero me puso a pensar en ellas. Y es que mi papá subiéndole el volumen a Luis Miguel y su versión de “México en la piel” cada vez que regresamos de Gringolandia me hacen sentir más mexicana que los episodios repetidos del Chavo del 8. Luego me pongo los audífonos y sigo soñando con New York mientras escucho todo el repertorio de canciones de Wicked una y otra vez. Porque soy mujer, soy bipolar y soy mexicana. Conozco muy pocos “orgullosos mexicanos” que no usen Converse o se mojen escuchando bandas internacionales, pero ya todos hablaron sobre ello. Lo siento comunistas: comprar o morir. Les guste o no. (No nos gusta, consumista pendeja.)

Cada vez quiero escribir y luego no sé de qué. Termino escribiendo de café y el libro que estoy leyendo. Es patético. Tengo todos mis posts anteriores como prueba de ello.

Las vacaciones permanentes me están afectando. Necesito un trabajo que me pague el Corona Capital y Coachella. Todo lo que hago es ver “A Very Potter Musical/Sequel” y repeticiones de Glee en Cuevana. ¿Ya soy un vagabundo, mamá?

Me afecta la idea de tener que comer de nuevo. Como lo he dicho, tengo principios de trastornos alimenticios pendejos desde que me secuestraron los alienígenas en el verano del 72’. Entonces, estoy obsesionada conmigo misma y mi manera de creer que pasan cosas que en realidad no pasan y omitir las que pasan en realidad. Alguien debería escribir un cuento sobre mí. Uno corto. O un refrán, mejor. Que se haga grupo en Facebook. Como mis tuits. Idiotas todos.

Estoy básicamente esperando cosas. El domingo, por ejemplo, es el “concurso online” para entrar antes a Pottermore y que Rowling me diga oficialmente que soy una peatética y Ravenclaw fangirl. ¿No saben qué es Pottermore? ¡Bien! Sigan así. Luego, el lunes comienzo a trabajar en el restaurante que mi papá abrió un día, luego le pasó a mi tío porque era pobre y ahora es súper popular y rico mientras nosotros nos asomamos por la ventana esperando a que nos den mentas gratis. Luego espero un episodio de cierto programa infantil transmitido en Nickelodeon (Say what!?) y luego las nuevas temporadas de Glee y Gossip Girl, el Corona Capital, mi regreso a la escuela y finalmente Coachella. Entre otras cosas. Como Navidad. Pero sí.

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