Hoy me cayó de sorpresa la noticia de que en mi primer día de vacaciones tengo trabajo que hacer. Cuento las 3 horas que dormí y maldigo a Torcuato Luca de Tena por joderme con sus letras toda la noche sin parar. En fin.

Me topé con mucha gente amargada. Desde la señora en pants que se quejaba de que su hijo no quería registrarse en el partido, hasta el viejito de la tienda que no sabía que podía votar. Esa gente te contagia de amargura, pero como dijo Mary Poppins, un poquito de azúcar basta. Mi hermanita hizo mi día con un kiss de chocolate. Y lo disfruté como si fuera a acabarse el mundo mañana. Lo prometo.

Luego me puse a pensar en toda esa gente. ¿Por qué se amargan tanto? Si es bien fácil sentirte a gusto, aunque sea un momento.

Tengo una amiga que se encierra en el baño a leer revistas, porque es su momento del día. Un amigo se fuma un cigarro y me pide a veces charlar con él mientras lo hace. A mí me gusta tomar café en la noche afuera de mi casa mientras miro las estrellas. Son las cosas pequeñas las que te permiten seguir de pie. Y no quiero sonar a comercial de Coca Cola, lo prometo. Pero es cierto. Hacer algo distinto de vez en cuando puede evitarnos la amargura.

Comerte un chocolate lentamente, ver una buena película, ver cómo se forman figuras con el humo de un cigarro, caminar descalzo/a por tu casa, escuchar una canción con los ojos cerrados, salir un día sin ropa interior, dormir desnudo/a, leer un libro nuevo, hablar con un extraño. Y mil cosas más. Simple, simple e increíblemente reconfortante.

Apuesto a que las personas que se dedican un momento al día son felices. O al menos no están amargadas ni provocan agruras a personas inocentes. Así que ¡órale! No se amarguen y coman chocolate. ;)

Por cierto que yo he hecho la mayoría de los ejemplos que di. Deberían intentarlos. Ja! Saludos.